A la hora de redecorar nuestra casa es muy frecuente que nos detengamos a pensar un tiempo antes de decidir el color del que vamos a pintar las paredes de cada estancia. La decisión es aún más meditada cuando se trata de la habitación de un bebé que está a punto de llegar ya que es por todos conocido que los colores pueden influir positiva o negativamente en nuestro estado de ánimo a través de las sensaciones que despiertan en nosotros. Cada color tiene su luz propia, su energía y un efecto específico que provoca. Es por ello por lo que en este artículo nos detendremos a analizar las sensaciones que provoca cada color.
Rosa:
Es un color muy empleado para las habitaciones de las niñas. Este color elimina los pensamientos negativos, proporciona energía, dulzura y delicadeza. Tiene efectos calmantes y relajantes.
Naranja:
Las cualidades que favorece el naranja son múltiples. Es el color de la vitalidad, la alegría y la felicidad. Además estimula el apetito, la conversación y la caridad. Se emplea a menudo en terapias para eliminar miedos, estados depresivos y obsesivos.
Rojo:
El rojo expresa pasión, emoción, agresividad y peligro. Al igual que el naranja, este también estimula el apetito y consigue hacer trabajar a los más perezosos. Es bueno cuando se tiene congestión nasal.
Verde:
Está asociado con la naturaleza, la fertilidad y la primavera. Puede expresar juventud, deseo, descanso y equilibrio. Calma el estado de ánimo y fomenta mayor actividad cerebral.
En el próximo artículo abarcaremos el resto de colores que se pueden emplear para pintar las habitaciones infantiles.